Fútbol Argentino

Es ex jugador, trabajaba en una zanja y ahora enfrenta a Messi en la MLS

Una nueva historia de superación que está en el futbol actual.

Por Roberto Tapia

Messi y Mastroeni
Messi y Mastroeni
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Faltan algunos días para el debut oficial de Lionel Messi en el Inter de Miami y que comience la temporada 2024 de la Major League Soccer, donde el conjunto del argentino debutará frente al Real Salt Lake, equipo dirigido por un argentino que tiene una historia muy particular en su haber, y que emocionará a más de uno, desde sus comienzos hasta el presente que tiene hoy, cerca de verse las caras con el rosarino.

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Pablo Mastroeni es ex jugador argentino, y actual entrenador del Real Salt Lake, pero no se queda solamente con el presente que hoy está viviendo, sino que recuerda su difícil pasado fuera del mundo del fútbol, donde le ha tocado llegar a trabajar Incluso en una zanja para poder salir adelante.

Tras haber sido despedido como entrenador en Colorado Rapids, Mastroeni se vio envuelto en una situación muy difícil y tuvo que tomar distintos tipos de trabajos, y todos fueron lejos del mundo del fútbol, en lo que terminó siendo una etapa muy dura de su vida, hasta que terminó aceptando una oportunidad que le propuso un amigo que tenía una empresa relacionada al agua, y se puso a hacer trabajos manuales en condiciones muy complicadas, donde llegó a ganar 18 dólares la hora.

A pesar de esas duras experiencias, el argentino tuvo una buena carrera como futbolista, e hizo toda su trayectoria en los Estados Unidos, y además formó parte de la selección estadounidense en los mundiales de Corea Japón 2002 y Alemania 2006, tras haberse retirado como profesional y haberse dedicado a ser entrenador.

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¿Cómo fue su experiencia lejos del balón?

Mastroeni compartió cómo fue estar trabajando en los momentos más duros de su vida lejos del fútbol: "Necesitaba trabajar, salir de casa. Necesitaba empezar a sentirme vivo nuevamente. Así que vamos a hacerlo, me dije. Me presenté en el taller, me puse las botas de goma, y me subí al camión. Salté a una zanja y me lanzaron una pala. Básicamente estaba asegurándome de que no estuviéramos cortando ninguna línea eléctrica, gas o cualquier otra línea de agua conectada a las casas. Me pagaban 18 dólares la hora. Y estaba trabajando de nueve a cinco, llegaba a casa todos los días exhausto. Estaba sentado en una trinchera, cubierto de lodo".


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